domingo, 19 de octubre de 2008

PONER UN FRIEND ( DOS CREDITOS DE LIBRE ELECCION)


A pesar de la previsión anunciada por la tele: Niebla constante y con densidades intermitentes moderado/fuerte, me llama mi maestro Uri proponiendo ir a Montserrat, puesto que hace días que tenemos una via pendiente, en la aguja de La Bitlla, dónde aprender a meter friends.
No lo veo mal, ya que hace días que está de un pesado que no veas “instruccionando” y preguntando la lección, y pienso: ¡Ah pues bueno!, si hay niebla… igual me pierde de vista por un rato y deja de darme instrucciones!! Juaaa.!

Asi pues, dicho y hecho, a primera hora de la mañana, nos dirigimos a Agulles, abriéndonos paso entre la espesa niebla, pajaritos, y algún que otro “meco” a causa de la humedad. (mío, por supuesto, jejeje).
Subimos a La Bitlla o eso suponemos dado que no se ve absolutamente nada.

Al llegar a la Reunión, el maestro Uri pregunta: Susi, ¿Has visto como he puesto de bien el Friend?

¿¿Qué friend Uri?? …



APUNTES de novatilla:
“… Es interesante escalar en días de niebla, (para que no se te vea la cara de circunstancias) cuando escuchas a tu maestro renegar de mil maneras mientras rapela a sacar un friend.


jueves, 16 de octubre de 2008

ALGO INTERESANTE...

Os invito a leer lo siguiente.
me pareció precioso y me senti identificada.
Gracias Rodrigo.


Mi Filosofía de Escalar
Además de ser un duro, exigente y gratificante deporte, la escalada en roca representa todo un reto mental para el escalador. Puede bien definirse como una lucha con uno mismo. Así como Wolfgang Güllich decía que la parte más difícil del entrenamiento es decidirse a empezar, de la misma manera nunca subirás por una pared la cual no te has convencido a ti mismo que puedes hacerlo desde antes de ponerte magnesia. Subir a un muro –natural o artificial- requiere tal vez una mayor preparación mental que física. El proceso de la escalada es en sí una representación de cualquier lucha en la vida, en la que requieres planeación, concentración, decisión y tenacidad. Los escaladores desarrollan en la roca habilidades que sirven para toda la vida. Hay incluso quienes ven a la escalada como toda una forma de ser, una terapia, un ejercicio físico y mental. Escalar un buen muro, tan difícil como uno pueda (eso es lo importante) enfrenta nuestros diferentes miedos y nos exige destreza, fuerza y habilidad. Esto quiere decir que nosotros nos exigimos todo. Nosotros decidimos a dónde queremos llegar. La escalada puede ser un medio de purificación y de iluminación. El cuerpo adolorido y el recuerdo de haber conseguido un paso difícil compensa el dolor y el haber evitado la fiesta del día anterior. La escalada nos exige ser sanos y fuertes, pero esto aplica tanto al cuerpo como a la mente. Nos obliga a tener la mente despejada, a olvidar por un momento problemas mundanos, que por muy importantes pierden sentido cuando mis dedos se apoyan en la roca. Los problemas de la vida desaparecen cuando quiero aferrarme a una regleta o permanecer un par de segundos más en un sloper. Si no tengo casa o trabajo, se me olvida bajo el cobijo del cielo y el abrigo de la montaña. Si no tengo dinero, no importa, porque ni un millón de dólares me van a acercar al siguiente agarre, no necesito ni un peso para triunfar y llegar a la cima. Por eso la escalada es una especie de religión. Una creencia en uno mismo. Una preciosa metáfora del vivir. Sin importar si escalamos 6a u 8c+, la escalada tiene algo justo para sacar lo mejor de todos nosotros, de exigirnos al máximo, pero de igual manera de darnos lo único que solamente ella –y sólo cada quien- puede darse: la satisfacción de lograr lo que uno se propone y que eso se refleje en todas las áreas de nuestra vida.